Estadísticas

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cuando el tiempo no cambia nada.

Saber dónde están los límites, saber cuándo dejó de ser divertido. Entender por qué dejó de serlo… por qué dejamos de mirarnos de esa forma, por qué ya no nos decimos nada sin tener que decirlo… Ardua tarea… ¿no? El amor no entiende de esas complicaciones. El amor llega, se vive, se transforma y… ¿se consume? No. Lo que algunos osan llamar “amor verdadero” no puede consumirse, eso va en contra de la definición pura del amor. No hay cabida para el olvido, ni hay vida sin esa persona, al menos no una vida real, sino una vana y sin sensaciones verdaderas.
Brindo por no saber si vamos a algún sitio, por no saber qué sitio es, brindo por vivir esos segundos una vez cada mucho tiempo, brindo porque esa es la auténtica forma de vivir el amor, aquella que no entiende de tiempo, ni de demostraciones a través de palabras, si no de sensaciones.
Porque el tiempo siga sin pasar, porque cada vez siga siendo como la primera, como la última, quién sabe… Brindo por rendirme ante las centellas de unos ojos que no tienen explicación alguna, al menos no en este mundo; brindo por algo que es tan grande que no cabe en esta vida, ni en ninguna otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario