Quiero que me mates, muérdeme, déjame sin aliento. Quiero que te duela, que llores para beberme tus lágrimas, quiero no ser si tú no eres. Explota conmigo, dejemos atrás un mundo que no lo entiende. Descúbreme del todo, desnuda.
Esto no tiene precedentes. Haz que sea solo nuestro. Solo para nosotros. Envenéname y aprieta los puños. Siente.
Goza, no dejes que se escape nada, nunca. Aprovéchate de mí. Muéveme a tu antojo. Aprieta, con más fuerza. ¿Lo notas? Son los latidos retumbando en la habitación. Las paredes están temblando, no soportan esto nuestro. Ni siquiera nosotros lo soportamos.
Rómpeme los esquemas, inúndame de carne, a ver si logras estremecerme. Lucha conmigo, juega, arrepiéntete y vuelve hacerlo.
Corre el riesgo y vuela fuera de ti, fuera de nosotros, míranos desde fuera y dime qué es lo que ves. Chasquea los dedos para que vuelva a aparecer en tu cama, disfrútame. Me tienes y no soy tuya. Te tengo. Encuéntrame en tu noche solitaria, en cada reflejo de tu ventana, en el cepillo de dientes que olvidé en el cuarto de baño, ese que te recuerda que ya no estoy.
Mírame, es la última vez que me ves. Tal vez algún día vuelva a buscarte. Confiaré en que el calor estival te haga dejar abierta la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario