Cuando hablas soy yo quien te escucha, cuando miro eres tú lo que veo, cuando tocas soy yo la que siente, cuando abro eres tú el que se cierra. No quiero que seamos titanes en una guerra eterna para, al final, darnos una palmadita en la espalda y sonreír como si no hubiera pasado nada. Si me mojo los zapatos para cruzar el río que nos separa, no espero que hagas nada, si me estoy ahogando, espero todo. No tengo cartas, nunca he aceptado esta partida porque ya no tengo qué jugarme. Nada que perder. Nada que ganar si eres tú mi contrincante.
Sería más fácil tirar la llave al olvido, de donde nunca podría regresar. En lugar de eso maldigo cada segundo que perdí en la cerrajería creando minuciosamente cerraduras imposibles y llaves maestras. Entono el mea culpa esperando que así mires por fin para otro lado. He puesto más que tierra de por medio para dejar de moldear la plastilina a mi antojo masoquista, dejar de ver en ti una el acervo de todo lo que yo necesito.
<<Atrévete>>, dijo el cobarde. – Joaquín Sabina
No hay comentarios:
Publicar un comentario