Estadísticas

martes, 31 de enero de 2012

Del tiempo que puede durar un punto y final

Cuando hablas soy yo quien te escucha, cuando miro eres tú lo que veo, cuando tocas soy yo la que siente, cuando abro eres tú el que se cierra. No quiero que seamos titanes en una guerra eterna para, al final, darnos una palmadita en la espalda y sonreír como si no hubiera pasado nada. Si me mojo los zapatos para cruzar el río que nos separa, no espero que hagas nada, si me estoy ahogando, espero todo.  No tengo cartas, nunca he aceptado esta partida porque ya no tengo qué jugarme. Nada que perder. Nada que ganar si eres tú mi contrincante.
Sería más fácil tirar la llave al olvido, de donde nunca podría regresar. En lugar de eso maldigo cada segundo que perdí en la cerrajería creando minuciosamente cerraduras imposibles y llaves maestras. Entono el mea culpa esperando que así mires por fin para otro lado. He puesto más que  tierra de por medio para dejar de moldear la plastilina a mi antojo masoquista, dejar de ver en ti una el acervo de todo lo que yo necesito.


<<Atrévete>>, dijo el cobarde. – Joaquín Sabina

Lo siento mundo, he creado un monstruo

Me hubiera gustado ponerte unas gotas de cariño cuando te creé. Ese estúpido libro de recetas lo ha fastidiado todo. Solo me queda la sombra de lo que no ha pasado. La guardo en una caja que me robaste con tu indiferencia. Quédatela, no la necesito. Ahora construyo una nueva caja para guardar nuevos recuerdos; tengo a mi imaginación trabajando noche y día en talleres de sueños y no necesito tus manos para darles pinceladas. No grites, ya no te oigo. Tus palabas llegan a mí como un eco extraño de algo que no existe. Qué decepcionante resulta que me digas que tengo razón. Maldita sea, esperaba una reacción de eso que tienes bajo las costillas. Nada, ni un latido, ni un gesto logro arrancarte. Tal vez creo que tienes algo debajo de esa careta solo porque quiero creerlo; porque no olvides que yo te he creado, y que yo puedo destruirte. No quiero seguir regalando sonrisas a quien no sabe ver lo que significan. Las rosas ya no son rojas, tú las has teñido de un gris que asusta, un gris que me recuerda que no, que nunca, que jamás. Palabras radicales para una mente ambigua que aún está por descubrirse en un mundo donde nadie te conoce y donde crees conocer a todo el mundo. No es que me aleje, es que nunca hemos estado cerca.

lunes, 30 de enero de 2012

El principio del fin

Solo arrancártelo, sin más, como cuando tiras del vello sin pensar, porque sabes que  cuanto más drástico mejor, más dolor, menos tiempo. En la teoría todo es tan utópico que me da ganas de vomitar. En la práctica es tan resistible que me dan ganas de probar. ¿Avanzar?  No, solo cambiar de rumbo, una vez más como tantas otras, con una diferencia: hacerlo de verdad. Asumir que, aun siendo relativa, la verdad duele como…como nada. Nada puede compararse al dolor de la verdad que no nos gusta. Puedes aceptarla, o anclarte a ilusiones tan verosímiles como inútiles y dañinas,  a verdades tan punzantes como sentir que dejas de respirar. ¿Alguna vez habéis sentido esa necesidad física por una persona hasta tal punto que el mundo desaparece?  Es posible que sí, aunque improbable. Siempre fui sagaz con ellos. Pero con el tiempo aprendí que…no hay peor adversario que ese al que no ves venir. En definitiva: un ciclo nuevo comienza, un ciclo sin vida de verdad, un ciclo en el que solo sigo respirando por algún designio cruel del destino.

domingo, 29 de enero de 2012

Ya huelo las flores de marzo en tu ventana

Cuando los recuerdos vienen a arrancarme la piel, lleno una copa de vino y, sentándome en la ventana para recibir un aire aún más frio que tu fachada,  trato de asumir la… ¿realidad? Ya no sé cuándo vivo, o cuándo estoy soñando. No sé qué parte de mi vida es la verdad, y qué parte ha construido mi imaginación. La copa me mira indignada. Pobrecilla, solo la baño en un buen vino cuando necesito un buen consejo. Miro los edificios secos que hay a mi alrededor y me pregunto si en alguno de ellos habrá tenido lugar una historia como la nuestra. Esa es precisamente la clave: no. Nuestra historia siempre ha existido por no existir, siempre ha estado ahí sin estar, siempre se ha sentido sin tocar y siempre ha provocado sin mirar. Es maravilloso comprobar que hay cosas que permanecen a través del tiempo, y que, a pesar de las manos de algún loco titiritero, cada vez sigue siendo como la primera. Pero, ¿qué ocurrirá cuando la historia no se conforme con eso? Cuando me duelan las manos de no tocarte, cuando se apaguen mis besos de no salir a besarte, cuando no pueda hacer que nos estremezcamos en un abrazo…¿qué haremos entonces? No lo sé, yo de momento, voy  a por otra copa de vino.
Marzo es la estación de las flores y, dicen, que de los enamorados. Yo solo sé que marzo   devuelve las cosas a su sitio…